domingo, 26 de enero de 2014

"los premios literarios son una forma de corrupción"

  El veterano editor Constantino Bértolo, que cumple diez años al frente del minoritario sello Caballo de Troya, perteneciente al grupo Penguin Random House, ha dicho a Efe que "los premios literarios son una de las formas de corrupción más claras de este país". 
 "Sorprende que los autores que han participado en ese tinglado de los premios se rasguen luego las vestiduras hablando de la corrupción de los demás; yo no los disculpo aunque entiendo que es difícil llevar a cabo la carrera de un escritor de una manera digna, incluso en lo económico, sin entrar en ese juego", ha añadido. 
  El editor ha matizado que no quiere decir que "todos los premios estén amañados; pero cuando hablamos de premios sabemos de qué premios hablamos".
  Bértolo, que ha intervenido en la Universidad de Sevilla en un encuentro sobre la crítica literaria actual, ha dicho que "la crítica se ha adaptado al papel de mero acompañante del marketing editorial; es como una publicidad que busca cierto crédito y que difícilmente lo encuentra", y ha ironizado diciendo que si habla así es porque, a sus 67 años, su vida laboral está acabando.
  Con internet "la crítica ha engordado, pero no ha crecido, porque sus valores y su selección es la misma; lo más importante no es el texto de la crítica, sino su selección, quién crea la necesidad de leer qué; y eso no lo hace la crítica sino el marketing editorial".
  "Pertenezco a una época en la que los editores leían; hoy un editor que lee es un fracasado; si para publicar algo tienes que leerlo antes, mala cosa", ha añadido Bértolo, por cuyas manos pasan unos 500 manuscritos de narrativa al año, de los que sólo publica una media de ocho anuales.
  Sobre si merece la pena enfrentarse cada año a esos 500 manuscritos, ha contestado con lo mejor de estos diez últimos años de trabajo: "Cuando encuentras un texto nuevo y reconocido, que ha llegado de manera espontánea" y que "si tú no lo publicas, a lo mejor no se publica nunca; en ese momento sabes por qué trabajas y que lo que haces tiene sentido".
  La mayor parte de las novelas que publica no son largas, a diferencia de los superventas habituales, de los que dice que "los 'best-sellers' son como una habitación cómoda, deben ser habitables y, si son grandes, te acogen mejor; pasa como con la habitación del hotel, que tiene televisión, flores y algunas hasta libros". 
  De los 80 libros publicados en Caballo de Troya -nunca más de once al año- cinco no sólo han conseguido una segunda edición sino que han llegado a edición de bolsillo, aunque ha asegurado que si vende 600 ejemplares de media debe estar satisfecho.
  Sobre que un gran grupo editorial mantenga en su seno un sello como Caballo de Troya -momento que aprovecha para ironizar con el significado de ese nombre- ha afirmado que tiene un sentido, primero porque "el capital vende lo que sea" y, segundo, porque "las editoriales independientes o pobres exploran para las grandes" y lo que él hace es trabajo de cantera".
  Cuando se le recuerda que cuando descubrió a Ray Loriga exclamó "por fin, algo que no tiene que ver con el 68", responde que fue porque "el 68, con perdón, después de su derrota se refugió en el sentimentalismo de izquierdas y cultivó el existencialismo de la miseria; y ahí hay cierta cursilería tremendista".
  Como editor prefiere descubrir narraciones en las que se vea "cómo la precariedad anida en el alma, sobre los miedos y los deseos" en los que se desenvuelve la actual generación de mileuristas.
  Sobre qué ha de tener un libro para que lo publique, ha dicho: "Uno siempre tiene en la cabeza el libro que busca; que se enfrente al código dominante, que ofrezca un ángulo inesperado; que no sea experimental pero sí osado, teniendo en cuenta que la osadía puede consistir en plantear una novela muy tradicional; que sea una literatura con capacidad para reflejar un espacio y un tiempo".
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viernes, 17 de enero de 2014

DECÁLOGO PARA LOS JURADOS DE CUENTOS

(Opiniones ajenas)

DECÁLOGO FRÍVOLO PARA JURADOS DE RELATOS/CUENTOS

He sido jurado en varias ocasiones y la verdad es que con la práctica he terminado por desarrollar un instinto, una especie de sensor localizador de truños, y hasta una técnica evaluadora políticamente incorrecta:

1. Si el primer párrafo contiene alma, corazón, felicidad o demás zarandajas, me cepillo el cuento.

2. Si es un cuento de nobles sentimientos, muy bien tiene que estar escrito para que no me lo cepille.

3. Los cuentos de actualidad rabiosa (pateras, mujeres maltratadas, putas buenas, niños descalzos, minusválidos perfectos, etc.) también me los cepillo.

4. Los cuentos demasiado asertivos también me los cepillo.

5. Los que me cuesta un huevo entender, porque están llenos de palabros raros (que se nota de lejos que no sabe manejar el autor), también me los cepillo.

6. Los de finales con sorpresita, tipo qué ingenioso soy, también me los cepillo.

7. Los ñoños me los cepillo.

8. Los super-culturetas también me los cepillo.

9. Si aparece el belfo de tu boca o un abuelo que recuerda su primer mes de vida con pelos y señales, me los cepillo.

10. Total, que al final tengo que dar otra vuelta para no dejar mi elección desierta. Por lo que mi método resulta ser completamente ineficaz.
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